Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como pinceladas https://rafaelsjzm959345.bloggin-ads.com/61633591/el-cabezazo-de-zidane-en-cámara-lenta